Un comienzo:
«Como hojas caídas en otoño, así, de pronto. Como si ese viento repentino se hubiera colado por las ventanas a propósito, todos los papeles salieron volando hacia arriba y luego cayeron, lentamente, cubriendo el piso de baldosas en damero, formando una composición desordenada pero armónica.»
El cuento se titula Viejas cartas, es el primero de los siete que conforman Yegua, el nuevo libro de Cintia Rogovsky, editado por el flamante proyecto Cuero. 11 x 17 cm, 98 páginas. Dirán: «Editamos libros tamaño pocket, pequeños cuerpos de tinta que orbitan la pampa húmeda, nuestro universo».
Cuero es un proyecto editorial de narrativa y poesía emergente, a cargo de Pablo Amadeo en el diseño general y del poeta y narrador Pablo Castro, en la tarea de la edicion literaria. Cuero «es un catálogo que pretende reunir autores y autoras de narrativa breve, y trata de hacer un aporte, de abrevar a lo que se viene publicando de narrativa emergente contemporánea en Argentina», dice Amadeo. «Mientras Yegua sale al galope por los campos alambrados de la literatura», agrega Castro, «Cuero prepara, siempre bajo la dirección de imagen de Luz Aramburú, a sus próximos animales: Las Visitas, de la poeta y narradora Victoria Ponce, y En un pozo de marea, del poeta, narrador y editor en Salta el Pez, Alan Talevi».
A su vez, este catálogo «forma parte de un proyecto editorial más amplio de libros y fanzines que se llama Fanbook, que contiene hacia su interior otros catálogos». A saber: Cuero de narrativa emergente; POPOVA de fanzines feministas y disidentes (los encuentran en Ocio); ASPO de antologías vinculadas con pensamiento contemporáneo; Cámara Oscura de fanzines vinculados con textos programáticos sobre el arte; y Legüero de comunicación alternativa en proyectos sociales. En suma, «Fanbook es un gran paraguas de diferentes catálogos con diferentes perspectivas, públicos y equipos de trabajo».
La pregunta de porqué hacer, porqué seguir haciendo libros no tiene sentido: al deseo no se lo cuestiona. La pregunta hoy tiene que ir más por el lado de cómo hacerlos, en qué condiciones. «En general, en los circuitos de edición de pequeña escala, en la edición independiente, seguimos estando en una situación difícil en términos económicos, aunque eso no ha detenido los niveles de producción», dice Amadeo. Y agrega: «La emergencia de nuevos proyectos editoriales, la construccion de catálogos, la iniciativa para diferentes actividades vinculadas con el libro, como las ferias EDITA o la FED; es decir, el circuito sigue siendo muy dinámico en términos de producción de propuestas pero continúa arrastrando hace ya varios años problemas en términos económicos o de financiación de los proyectos editoriales: hoy cada vez de una manera más aguda con problemas de, por ejemplo, compra de insumos».
Algo comentamos en las últimas Ceremonias sobre la escasez de papel que, conjugado con la alta inflación sostenida hace al menos un lustro, elevó los precios para hacer -y por ende también para comprar- libros. Esa situación pega distinto en los proyectos editoriales más pequeños. Amadeo lo ejemplifica: «A mediados de febrero, Caleta Olivia, una editorial conocida y amiga, publicaba que para la impresión de 2000 ejemplares de un libro de 290 páginas se necesitaban 750 mil pesos, hablamos solo y estrictamente de la parte de impresión. Entonces, sin lugar a dudas, eso pone en algún aspecto el piso que hay que alcanzar o trascender para poder publicar con una tirada más o menos importante y tener algún alcance como editorial independiente«.
Yegua tiene siete cuentos breves, con tres epígrafes que los anteceden. Corazón, corazón, amor: ahí, las palabras clave. Un chico que en plena mudanza se encuentra con una cantidad de cartas que le traen su pasado adolescente; igual que un Ministro, que en vez de con cartas, el pasado le aparece en forma de un secreto de la dictadura. «Dos parejas que se hunden aferradas al flota flota de la literatura, en El conferencista. El monólogo interior de una mujer saldando cuentas con su pasado en plena Cita a ciegas. Las íntimas proyecciones de una familia en torno a Mercedes, la vecina, en La yegua. Historias cotidianas, del más acá, que Rogovsky narra sin más efectos especiales que la extrañeza propia de lo real«, completan en la contratapa. Todos, fechados entre 2003 y 2017.
«Tenía reunidos una considerable cantidad de cuentos de por lo menos de tres décadas», dice Cintia Rogovsky, «fue una conversación si dejar o no dejar el año porque en realidad esa fue la fecha del relato original, pero cada vez que reabrís un texto lo seguís corrigiendo, actualizando, hay cosas que las dejo, otras que las saco, pero dejar una inscripción no estaba mal, porque además algunos tienen referencias epocales que me parecía interesante marcar, por ejemplo el de Cita a ciegas, ¿hoy quién haría una cita de ese modo? con tantas aplicaciones de citas… me parecía que estaba bueno que estuvieran situados por lo menos en el momento en que surgió la idea de ese relato, más allá de que haya ido mutando».
Ella es docente, da clases de Historia del Arte. Le interesa el pasado, la memoria, también el futuro. Publicó libros de ficción y de no ficción, también ensayos, participó en diversas antologías. Llegó a Cuero por una conversación con Amadeo, después con Castro. «Les mandé todo el material, que era muchísimo, y ellos hicieron una propuesta que a mí me gustó, que discutimos un poquito como corresponde a editores y escritores, cómo agruparlos, cómo dialogaban entre sí», cuenta.
El año pasado, con un grupo de escritoras peronistas, participó del 1er Encuentro de Escritoras mujeres y LGBT+ en la provincia de Buenos Aires. La literatura y el lugar de las mujeres en el terreno, es parte de sus debates. Le preguntamos por el mercado editorial, por el mentado «boom de escritoras». Responde: «La industria cultural encontró la manera de vender en el marco de algunas reivindicaciones de los movimientos de mujeres, feministas, de la militancia de esta marea verde, en la que me inscribo y participo desde que era muy joven. Puede ser que haya encontrado la parte comercial de esas voces que estaban invisibilizadas. Pienso que está ligado con toda la militancia para visibilizarnos a las mujeres en todos los ámbitos, en este caso de las trabajadoras de la palabra«.
«Siempre fui una lectora muy hedonista, nunca me interesó el tema del canon, nunca pertenecí a ningun ámbito como la Facultad de Letras, ahora que me pongo a pensar pienso que he leído muchas autoras mujeres, estadounidenses, mexicanas, argentinas, latinoamericanas en general, europeas, rusas», dice. También leyó, lee a sus amigas, a compañeras, a escritoras sin renombre. Y agrega: «Ahora que lo pienso, creo que leí muchas más mujeres que las que creía haber leído».
Otro comienzo. El del último cuento, La yegua, que también da nombre al libro:
«Envejecía como había vivido: con ese delicado equilibro entre la dama y la puta que siempre le había dado buenos resultados. Mercedes era asombrosa.»
CUESTIONARIO DEL OCIO X CINTIA ROGOVSKY
Un consumo “vergonzoso”: una serie, una película, un libro y/o un disco.
Vergonzoso no es porque lo reivindico, ya pasé de la vergüenza. Las telenovelas me encantan (no las de Suar). Si tuviera tiempo, del género televisión me gustan los realitys bien vergonzosos como ese de la Corte, que no me acuerdo como se llamaba. Hay una peruana que está en Miami, que grita y que hace juicios, Lía Salgado. Pero ya no me dan vergüenza. Yo estoy como loca, enferma, leo demasiado. Ahora me leí unos de las reinas españolas, de Isabel La Católica a la hija de Carlos V. Todas esas cosas a mí me fascinan. Tengo pasión por las biografías de personajes históricos, pero en particular por las casas reinantes del Renacimiento Europeo. Esa es una pasión vergonzosa: sé cosas de las casas reinantes de las Valois, de los Tudor, de Los Lancaster, como si fueran gente que conozco del barrio. Tengo una biblioteca que debe tener 15 biografías de Alejandro Magno, por ejemplo. Algunas son malísimas, otras son buenísimas, pero a mí no me importa con tal de que sean de un personaje que me interesa. He leído cualquier bosta.
¿Con qué te permitís procrastinar y con qué odiás que te pase?Con los trámites, hasta el infinito, hasta que no tengo más remedio. En general soy una persona ansiosa y no procrastino con absolutamente nada, pero con los trámites sí.
“Escribe borrachx, edita sobrix”; ¿estás de acuerdo? Justificar.No soy de emborracharme, para nada. Por ahí sí me fumo un par de secas, eso sí, pero alcohol no tanto. Sí para salir, no para escribir, aunque cada tanto un vinito sí, puede ser. Editar sobria y re pila. Cualquier sustancia que ayude a liberar la creatividad me parece que ayuda a la escritura pero el trabajo de edición es un trabajo que requiere mucha rigurosidad y mucha concentración. Tiene una cuestión bastante técnica, es un oficio que requiere otro estado de lucidez.
¿Le dedicás tiempo al juego? ¿A qué jugás?La verdad que no le dedico tiempo al juego, es un error, porque las pocas veces que lo hago me hace bien. Cuando juego, entre comillas, me gusta dibujar. Cuando mi hijo era más chico jugábamos muchos juegos de mesa: TEG; Estanciero, ajedrez. Nunca me enganché, a pesar de que estoy rodeada, con los videojuegos.
¿Te sirven las consignas literarias para escribir?No, creo que no. Casi nunca mando nada a ningún concurso, muy pocas veces lo hice, pero cuando te llega la consigna de algún concurso: escribir sobre tal tema, o con tal extensión, o sobre alguna temática, me organiza un relato.
¿Escribir es más un trabajo, una necesidad, un goce…?Es todo eso escribir. Trabajo todo el día escribiendo: escribo clases, cursos, cuestiones administrativas. Prácticamente es mi tarea principal en todos los lugares donde me desempeño. Pero escribir literatura es un espacio de absoluta libertad. Es lo que me salva de una neurosis más grave. Es un goce, es algo placentero, pero también es un trabajo. Requiere tiempo, organización, un determinado estado mental, emocional, poder estar tranquila, así que es todo eso. Es un goce porque es un espacio de libertad intelectual y emocional, creativo.
¿Al lado de qué otros libros ubicarías el tuyo en una librería?¡Qué buena pregunta! Cuando publiqué mi primera novela (que ahora seguro van a cancelar) Último verano en Stalingrado, un día me mandaron una foto que estaba en una librería de La Plata, al lado de un libro que era best-seller de Jorge Rial. Y a mí me pareció muy gracioso y fantástico, porque llamaba la atención y la miraban a mi novela porque estaba ahí al lado. Me gustaría que esté en buena compañía, marida bien con relatos, con cualqueir libro que esté escrito pensando en un lector que se pueda disfrutar, entretener, que lo lleven a un mundo que no había conocido. Que me sorprenda el librero. Me gustan esas sorpresas. Yo he encontrado y descubierto escritores y escritoras en los lugares más inesperados, en las bateas más raras, buscando una cosa encontrás otra, y está buena la sorpresa, la curiosidad de donde te ubican en la estantería. Muchas veces me mandan fotos de donde pusieron tal libro junto con quién, y me sorprende, me gusta.
¿Qué libro dirías que es un libro ocioso?En este mismo momento estoy interrumpiendo la lectura de un libro de un historiador estadounidense, que estoy leyéndolo para preparar una clase, pero para mí es un libro ocioso porque me quedaría leyéndolo. Todos los libros, incluso los libros que por excusa leo por trabajo. Antes leía casi exclusivamente literatura, ahora leo mucho ensayo también, me los tomo como libros ociosos. Ahora estaba leyendo un libro de Historia rusa del siglo XXI, y al mismo tiempo voy alternando con el libro de Forn que reúne sus columnas de Página/12. Cualquier libro que logre al lector o lectora llevarlo a otro mundo, para mí es un libro ocioso. A mí particularmente me gustan mucho las historias que transcurren en otras épocas.
¿Cuál es tu ceremonia del ocio preferida?Soy una persona que tiene un problema con el ocio: soy hiper productiva, hiperactiva, y super responsable, demasiado, tengo una neurosis con eso, entonces me cuesta el ocio. Pero cuando lo logro: playa, libro, si es a la tarde Campari. Otra es en la montaña. Siempre con libro. Y si hay algo acuático: río, lago, mar, un poco de sol, esa es mi escena de ocio perfecto.
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